Rūrangi

Un joven activista trans, Caz Davis, rompe a llorar en una terapia de grupo al comienzo de Rūrangi. No sabe cómo ayudar a las personas queer presentes allí y se siente culpable, e incluso avergonzado, por este hecho. Como muchos jóvenes queer, está agotado por su propia lucha y también por la de quienes lo rodean. Después de huir de Rūrangi, su ciudad natal, para encontrarse a sí mismo, Caz regresa a esta población lechera remota y políticamente dividida con la esperanza de reconectar con un padre que no ha vuelto a ver en 10 años, antes de su transición, y con la pequeña comunidad, cuyos residentes tienen sus propias dificultades.

Rūrangi es franca y queer sin ningún tapujo, gracias a un elenco fuerte, variado e inclusivo. Resalta muy en particular el extraordinario debut en la pantalla de Elz Carrad, que carga sobre sus hombros con el peso de toda la película: sabe transmitir, con detalle y carisma, la lucha de una persona atrapada entre el deseo, la negación y la necesidad de hablar y expresar sus propios demonios, pero siempre complicada intentando resolver los problemas de los demás.